Capítulo
2 Sentimientos al anochecer
Las
estrellas iluminaban junto con la luna, la noche oscura.
Tomados
de las manos, en silencio nos dirigimos al en ese momento solitario parque del
barrio donde vivíamos.
Nos
recostamos en el pasto. Nick apoyándose en un árbol y yo en su pecho. Nos
abrazábamos como antaño, cuando éramos novios. Era como si el tiempo se hubiera
detenido después del día en que el me pidiera que fuéramos novios. El tiempo en
aquel lugar no había pasado, solo en nosotros, que nos veíamos un poco mayores.
Pero
aquello solo era una percepción. El tiempo, vaya que si había pasado. En aquel
entonces yo tenía 12 años y Nicholas 16, ahora yo tenía 16 y él 20. No éramos
novios. Solo dos conocidos con una historia de amor acuestas.
El
silencio seguía reinando entre nosotros, pero no era un silencio incomodo que
debía ser llenado. Era aquel tipo de silencio extrañamente bueno que indicaba
que todo estaba bien, en su sitio. El que indicaba que era un momento mágico,
especial, un momento que debía ser guardado en la memoria.
—Y…entonces—rompió
el silencio Nick—Ya tienes 16 años. ¿Qué ha sido de tu vida?
Vaya
ya empezaban las preguntas incomodas.
—Escuela.
Estoy en el High School. Tarea. Todas esas cosas.
—¿Novio?
—Preguntó como quien no quiere la cosa—Es de las cosas que recuerdo sucedían en
las escuelas.
—Uno.
Hace tiempo. Nada digno de mencionar. El insistió y yo acepte. Y tú ¿has tenido
novia en la militar?
—No
es fácil de hacerse de una novia en la escuela militar. Estas ocupado con las
clases, los entrenamientos y las actividades extras. No negare que he tenido
admiradoras.
—Eso
hace parecer que la escuela militar es demasiado aburrida y exigente.
—¿Exigente?
Lo es. ¿Aburrida? No. Tienes que estar ahí para darte cuenta de cómo es
realmente.
—Tal
vez no se aburrida pero estoy segura de que la escuela militar no es para mi. No
soy de las personas que sigan las reglas sin rechistar. Yo nací para cuestionar
todo lo preestablecido. En eso me parezco a mis padres.
—Eso
siempre ha sido evidente en ti—corroboró mi forma de pensar—Pero no olvides que
el cuestionarse todo fue lo que trajo a tus padres aquí, lejos de su país.
—Eso
lo se bien—dije dando por terminado ese tema— ¿Así que no has tenido novia? —Si
él podía hacerme preguntas incomodas, yo podía hacérselas a él.
—Decir
que no he tenido novia, sería una mentira. Tuve una hace tiempo. Nada digno de
mencionar. Era una chica hermosa pero superficial. No era parte del ejército.
La conocí en uno de los bares que los soldados acostumbramos frecuentar. Pero
no teníamos nada en común. Todo era tan solo atracción.
—Entiendo.
Recuerdo el momento cuando me dijiste que eras el tipo de persona que construye
una relación a base de amor y cosas en común. Me alegra que no hayas cambiado
esa parte de ti.
—Creo que solo algo realmente fuerte o difícil
podría hacerme cambiar. Y a mi me alegra que sigas siendo la chica que siempre
me entiende, no como ella, que no lo hizo y solo provocó una relación
tormentosa que no terminó de la mejor forma. ¿Y cual fue tu razón de terminar
con el chico que no es digno de mencionar?
—Hay
tantas razones, pero creo que la que realmente me alejo de el, es que yo no
sentía lo mismo. Siempre lo vi como aun amigo, y nuestra relación siempre la
definí como una de amistad. Nunca puede tornarla romántica.
—Y ¿la escuela? —preguntó Nick, cambiando de
tema.
—Sabes
que no soy la mejor alumna, en comparación tuya. No sacó dieces pero tengo con
que defenderme. Y aprendo, que es lo que realmente importa. ¿Y a ti que tal te
va en la militar?
—Aun
tengo el rango de soldado pero porque aun no acabo la escuela de medicina.
Cuando lo haga podre ascender.
—Que
logras todos tus sueños y metas…
—…sin
olvidar el arduo camino que te llevo a la cima. Recuerdo nuestro juramento,
gracias por las porras y que esto también se cumpla para ti—completó nuestro
antiguo juramento Nick, mientras yo miraba al cielo y sonría. Y una voz
masculina intervino, destruyendo la magia del momento.
—Realmente
no me gusta tener que interrumpirlos—dijo la voz que pertenecía a Joe—pero mamá
dice que es hora de regresar a casa Nick. No quiere que nos desvelemos, porque
hay que levantarse mañana temprano para el viaje. Y… Claudia tu mamá te esta
buscando.
—Entiendo—dijo
Nick sin mirarlo— ¿Podrías decirle a mamá que ya voy y que nos vemos en la
casa? —Y me tendió la mano para ayudarme mientras nos levantábamos del pasto.
—Claro—concedió
Joe—Pero no te tardes.
—Creo
que ha llegado la hora de finalizar tan buena charla—me dijo Nick después de
que Joe se fuera.
—Si—corroboré—Y
creo que será la última en bastante tiempo, porque creo que ambos tenemos
planes de viaje en estas vacaciones. Desearía que hubiéramos podido ponernos
más al corriente, esta charla dijo muy poco.
—Lo
se—confirmó mis palabras—Creo que debemos dejarla como pendiente y retomarla
mas tarde. Aunque personalmente a mí me dijo lo que mas ansiaba saber y así no
arrepentirme de tomar lo que quiero—y comenzó a acercárseme dejándome
intrigada.
No
se cuanto tiempo duró el beso, pero el tuvo que separarse de mí ya que no
podíamos respirar.
Yo
estaba desconcertada por sus últimas palabras y sus acciones:
—¿Te
arrepentirías de este beso?—le pregunté.
—Del
beso nunca me arrepentiría—comenzó a responder—Lo que provocaría sentimiento de
culpa sería saber que podría a ver arruinado tu relación con tu novio con este
beso, pero no tienes. Por eso necesitaba saber si estabas con alguien, porque
es evidente en los ojos de tu ex, que el
aun te quiere—y comenzó a separarse de mi—Nos vemos cuando regresemos de las
vacaciones. Cuídate Claudia.
Y
lo vi alejarse de mí, rumbo al camino que llevaba a su casa, mientras yo por
culpa del beso temblaba de forma un poco incontrolable, algo que impedía que
pudiera moverme.
Yo no esperaba aquel beso en nuestro
reencuentro. Realmente yo no esperaba siquiera volver a verlo.
Unos
ruidos detrás de mí, fueron los que provocaron que retomara el control de mi
cuerpo. Los ruidos eran los de un par de pies caminando sobre el pasto.
Normalmente en la noche todos los ruidos se magnificaban.
El
dueño de aquellos pies era Jason mi otro ex.
Enfrentarme a los dos, no era
precisamente lo que yo deseaba hacer en mi cumpleaños número 16.
—Él,
Nick, no mentía—dijo con tan solo ponérseme enfrente—Yo aun te quiero.
—¿Nos
viste? —pregunté angustiada. Si en verdad aun me quería el beso solo provocaría
sufrimiento en el, algo que había jurado dejar de hacer cuando habíamos
terminado.
—Si
los vi—respondió—Seguí a Joe, cuando lo mandaron a buscar a su hermano. Deseaba
darte tu regalo a solas—y de la bolsa de su pantalón sacó un sobre que me
tendió, el cual yo cogí—Además de que tu madre pe pidió que te dijera que tu
hermano vendrá a recogerte. Al parecer no quiere que regreses sola. Nos vemos luego
Claudia. Lee la carta a solas.
Mire el sobre que tenía en las manos,
como si fuera una bomba. Las cartas de Jason siempre contenían confesiones
sentimentales que me hacían sentirme culpable de mis acciones, al no poder
corresponderle.
Rasgué
el sobre que tenía entre las manos y cuando me disponía a sacar el papel que
contenía, mi hermano Alberto llegó por mí. Así que guarde rápidamente la carta,
en la bolsa de mi vestido.
—Claudia
vamos que es tarde—dijo tendiéndome la mano para que me acercara. Al estar a su
altura tocó mi piel descubierta— ¡Por Dios! Estas helada—y me abrazó, mientras
con sus manos recorría mis brazos para que con la fricción entrara en calor—Si
no te resfrías, será un milagro.
Y
regresamos a casa en silencio.
Ya
todo estaba recogido. Los invitados se habían marchado. Mamá había subido mis
regalos a mi habitación.
Tras
tomar un vaso de leche con una rebanada del pastel de cumpleaños subí a mi
cuarto.
Ya
me había bañado en la mañana antes de la fiesta, pero sentía tal cansancio que
consideraba necesario volver a bañarme para poder descansar mejor. Así lo hice.
Salí
del baño, ya con el pijama puesto. Secándome el corto cabello con la toalla.
Mi
vestido estaba tirado junto a la cama y recordé la carta.
La saque de la bolsa y sobre y comencé a leer.
¿Qué les pareció?



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