domingo, 16 de septiembre de 2012

Capítulo 2 Sentimientos al anochecer


Capítulo 2 Sentimientos al anochecer

Fuera era de noche, mi piel fue a dar con un aire frio.
Las estrellas iluminaban junto con la luna, la noche oscura.
Tomados de las manos, en silencio nos dirigimos al en ese momento solitario parque del barrio donde vivíamos.
Nos recostamos en el pasto. Nick apoyándose en un árbol y yo en su pecho. Nos abrazábamos como antaño, cuando éramos novios. Era como si el tiempo se hubiera detenido después del día en que el me pidiera que fuéramos novios. El tiempo en aquel lugar no había pasado, solo en nosotros, que nos veíamos un poco mayores.
Pero aquello solo era una percepción. El tiempo, vaya que si había pasado. En aquel entonces yo tenía 12 años y Nicholas 16, ahora yo tenía 16 y él 20. No éramos novios. Solo dos conocidos con una historia de amor acuestas.  
El silencio seguía reinando entre nosotros, pero no era un silencio incomodo que debía ser llenado. Era aquel tipo de silencio extrañamente bueno que indicaba que todo estaba bien, en su sitio. El que indicaba que era un momento mágico, especial, un momento que debía ser guardado en la memoria.
—Y…entonces—rompió el silencio Nick—Ya tienes 16 años. ¿Qué ha sido de tu vida?
Vaya ya empezaban las preguntas incomodas.
—Escuela. Estoy en el High School. Tarea. Todas esas cosas.
—¿Novio? —Preguntó como quien no quiere la cosa—Es de las cosas que recuerdo sucedían en las escuelas.
—Uno. Hace tiempo. Nada digno de mencionar. El insistió y yo acepte. Y tú ¿has tenido novia en la militar?
—No es fácil de hacerse de una novia en la escuela militar. Estas ocupado con las clases, los entrenamientos y las actividades extras. No negare que he tenido admiradoras.
—Eso hace parecer que la escuela militar es demasiado aburrida y exigente.
—¿Exigente? Lo es. ¿Aburrida? No. Tienes que estar ahí para darte cuenta de cómo es realmente.
—Tal vez no se aburrida pero estoy segura de que la escuela militar no es para mi. No soy de las personas que sigan las reglas sin rechistar. Yo nací para cuestionar todo lo preestablecido. En eso me parezco a mis padres.
—Eso siempre ha sido evidente en ti—corroboró mi forma de pensar—Pero no olvides que el cuestionarse todo fue lo que trajo a tus padres aquí, lejos de su país.
—Eso lo se bien—dije dando por terminado ese tema— ¿Así que no has tenido novia? —Si él podía hacerme preguntas incomodas, yo podía hacérselas a él.
—Decir que no he tenido novia, sería una mentira. Tuve una hace tiempo. Nada digno de mencionar. Era una chica hermosa pero superficial. No era parte del ejército. La conocí en uno de los bares que los soldados acostumbramos frecuentar. Pero no teníamos nada en común. Todo era tan solo atracción.
—Entiendo. Recuerdo el momento cuando me dijiste que eras el tipo de persona que construye una relación a base de amor y cosas en común. Me alegra que no hayas cambiado esa parte de ti.
 —Creo que solo algo realmente fuerte o difícil podría hacerme cambiar. Y a mi me alegra que sigas siendo la chica que siempre me entiende, no como ella, que no lo hizo y solo provocó una relación tormentosa que no terminó de la mejor forma. ¿Y cual fue tu razón de terminar con el chico que no es digno de mencionar?
—Hay tantas razones, pero creo que la que realmente me alejo de el, es que yo no sentía lo mismo. Siempre lo vi como aun amigo, y nuestra relación siempre la definí como una de amistad. Nunca puede tornarla romántica.
 —Y ¿la escuela? —preguntó Nick, cambiando de tema.
—Sabes que no soy la mejor alumna, en comparación tuya. No sacó dieces pero tengo con que defenderme. Y aprendo, que es lo que realmente importa. ¿Y a ti que tal te va en la militar?
—Aun tengo el rango de soldado pero porque aun no acabo la escuela de medicina. Cuando lo haga podre ascender.
—Que logras todos tus sueños y metas…
—…sin olvidar el arduo camino que te llevo a la cima. Recuerdo nuestro juramento, gracias por las porras y que esto también se cumpla para ti—completó nuestro antiguo juramento Nick, mientras yo miraba al cielo y sonría. Y una voz masculina intervino, destruyendo la magia del momento.
—Realmente no me gusta tener que interrumpirlos—dijo la voz que pertenecía a Joe—pero mamá dice que es hora de regresar a casa Nick. No quiere que nos desvelemos, porque hay que levantarse mañana temprano para el viaje. Y… Claudia tu mamá te esta buscando.
—Entiendo—dijo Nick sin mirarlo— ¿Podrías decirle a mamá que ya voy y que nos vemos en la casa? —Y me tendió la mano para ayudarme mientras nos levantábamos del pasto.
—Claro—concedió Joe—Pero no te tardes.
—Creo que ha llegado la hora de finalizar tan buena charla—me dijo Nick después de que Joe se fuera.
—Si—corroboré—Y creo que será la última en bastante tiempo, porque creo que ambos tenemos planes de viaje en estas vacaciones. Desearía que hubiéramos podido ponernos más al corriente, esta charla dijo muy poco.
—Lo se—confirmó mis palabras—Creo que debemos dejarla como pendiente y retomarla mas tarde. Aunque personalmente a mí me dijo lo que mas ansiaba saber y así no arrepentirme de tomar lo que quiero—y comenzó a acercárseme dejándome intrigada.
—¿A qué te refieres con tomar lo que quieres?—comencé a preguntar—No te…—pero calló mis labios con un sorpresivo y dulce beso que yo respondí.
No se cuanto tiempo duró el beso, pero el tuvo que separarse de mí ya que no podíamos respirar.
Yo estaba desconcertada por sus últimas palabras y sus acciones:
—¿Te arrepentirías de este beso?—le pregunté.
—Del beso nunca me arrepentiría—comenzó a responder—Lo que provocaría sentimiento de culpa sería saber que podría a ver arruinado tu relación con tu novio con este beso, pero no tienes. Por eso necesitaba saber si estabas con alguien, porque es evidente en los ojos  de tu ex, que el aun te quiere—y comenzó a separarse de mi—Nos vemos cuando regresemos de las vacaciones. Cuídate Claudia.
Y lo vi alejarse de mí, rumbo al camino que llevaba a su casa, mientras yo por culpa del beso temblaba de forma un poco incontrolable, algo que impedía que pudiera moverme.
Yo no esperaba aquel beso en nuestro reencuentro. Realmente yo no esperaba siquiera volver a verlo.
Unos ruidos detrás de mí, fueron los que provocaron que retomara el control de mi cuerpo. Los ruidos eran los de un par de pies caminando sobre el pasto. Normalmente en la noche todos los ruidos se magnificaban.
El dueño de aquellos pies era Jason mi otro ex.
Enfrentarme a los dos, no era precisamente lo que yo deseaba hacer en mi cumpleaños número 16.  
—Él, Nick, no mentía—dijo con tan solo ponérseme enfrente—Yo aun te quiero.
—¿Nos viste? —pregunté angustiada. Si en verdad aun me quería el beso solo provocaría sufrimiento en el, algo que había jurado dejar de hacer cuando habíamos terminado.
—Si los vi—respondió—Seguí a Joe, cuando lo mandaron a buscar a su hermano. Deseaba darte tu regalo a solas—y de la bolsa de su pantalón sacó un sobre que me tendió, el cual yo cogí—Además de que tu madre pe pidió que te dijera que tu hermano vendrá a recogerte. Al parecer no quiere que regreses sola. Nos vemos luego Claudia. Lee la carta a solas.
Mire el sobre que tenía en las manos, como si fuera una bomba. Las cartas de Jason siempre contenían confesiones sentimentales que me hacían sentirme culpable de mis acciones, al no poder corresponderle.
Rasgué el sobre que tenía entre las manos y cuando me disponía a sacar el papel que contenía, mi hermano Alberto llegó por mí. Así que guarde rápidamente la carta, en la bolsa de mi vestido.
—Claudia vamos que es tarde—dijo tendiéndome la mano para que me acercara. Al estar a su altura tocó mi piel descubierta— ¡Por Dios! Estas helada—y me abrazó, mientras con sus manos recorría mis brazos para que con la fricción entrara en calor—Si no te resfrías, será un milagro.
Y regresamos a casa en silencio.
Ya todo estaba recogido. Los invitados se habían marchado. Mamá había subido mis regalos a mi habitación.
Tras tomar un vaso de leche con una rebanada del pastel de cumpleaños subí a mi cuarto.
Ya me había bañado en la mañana antes de la fiesta, pero sentía tal cansancio que consideraba necesario volver a bañarme para poder descansar mejor. Así lo hice.
Salí del baño, ya con el pijama puesto. Secándome el corto cabello con la toalla.
Mi vestido estaba tirado junto a la cama y recordé la carta.
La saque de la bolsa y sobre y comencé a leer.


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